Autor: Juan Cadarso
Un viejo dicho asegura que nadie es profeta en su tierra. Algo que puede ser verdad, si tenemos en cuenta lo que le ocurrió al propio Cristo.
Transmitir ideas rompedoras a personas que le han visto a uno crecer es, a menudo, muy complicado. Ellos conocen los defectos personales, saben cuál es la trayectoria vital, y puede que anden con más suspicacias. Sin embargo, el mandato evangélico es claro y no renuncia a predicar «a propios y a extraños».
Para hablar de fe a los conocidos y no fracasar en el intento es importante saber antes algunas cosas. La divulgadora Kendra Von Esh enumera en Catholic Stand una serie de puntos para que los más cercanos no echen a correr cuando se pronuncia la palabra Dios.
Saber de dónde parte cada uno
Kendra empieza su artículo asegurando que la fe es un regalo y por ello se debe conocer muy bien en qué punto del camino se encuentra cada uno.
La…
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