El acto de la devoción al Sagrado Corazón, es propiamente la alabanza al amor de Jesús. Su objetivo es que lleguemos progresivamente a amar a Jesús tanto como él nos ama, y que gracias a ello tengamos una vida plena y por supuesto Feliz. Que logremos demostrarle nuestra inmensa fe, mientras que dentro de nuestra pequeñez, seamos recíprocos a su enorme y eterno Amor, El, el que sufrió la Cruz para demostrarnos a nosotros (personas que necesitamos hechos) lo mucho que nos Ama.
Gracias a ésta devoción se puede establecer la más íntima y preciosa relación con Jesús, conociendo la forma en la que somos llamados por Él, y en consecuencia, tomamos conciencia de cuánta gratitud, amor y fidelidad le debemos a sus designios divinos.
«Todos debemos beber del Corazón divino, que es fuente de vida y santidad. No hay en el universo creado otro lugar del cual pueda brotar la santificación para la vida humana, fuera de este Corazón que tanto nos amó» (Juan Pablo II, Idem, agosto de 1986).
En éste sentido, debemos venerar su corazón como un símbolo de su inmenso amor por los hombres por medio del siguiente procedimiento:
Devoción:
- Ir a la iglesia los 9 primeros viernes de mes seguidos
- Confesarnos
- Ir a la Eucaristía
- Comulgar
Promesas
“Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.”
Es Imprescindible comulgar confesado, en estado de gracia.
Las Doce, del Sagrado Corazón
- Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
- Les daré paz a sus familias.
- Las consolaré en todas sus penas.
- Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
- Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
- Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
- Las almas tibias se volverán fervorosas.
- Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
- Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
- Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover-los-corazones-más-endurecidos.
- Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen-esta-devoción.
- Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
Origen
Eso le dijo el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque (cuyo cuerpo permanece incorrupto a pesar de los 330 años transcurridos), el 16 de junio de 1675.
Podcast
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La devoción de los primeros viernes al Sagrado Corazón de Jesús nos permite alcanzar la gracia de la penitencia final sí comulgamos los nueve primeros viernes de mes seguidos. Para lograrlo hay que ser tener en cuenta estos tres pasos:
– Recibir la Sagrada Eucaristía en estado de gracia durante los nueve primeros viernes de mes y de forma consecutiva.
– Hay que tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús.
– Ofrecer cada Sagrada eucaristía como acto de expiación de nuestros pecados cometidos contra el Santísimo Sacramento.
La práctica de la Devoción a los primeros viernes de mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús tuvo origen por Santa Margarita de Alacoque a quién Jesús le reveló su Gran Promesa. Ella se convirtió en instrumento para realizar los dibujos de la Divina Misericordia haciendo que, desde su nacimiento, el Espíritu Santo tomará posesión de su alma, según el plan de la Divina Providencia.
Santa Margarita María hizo su primera comunión a los 9 años y gracias al contacto sacramental de su alma con el Padre Celestial, Jesús llegó a ser su maestro cautivándole el corazón: «Mi único Amor, cuánto os debo al haberme habitado desde mi tierna juventud, tomando posesión de mi corazón».
La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús trae consigo varias promesas, entre los cuales, Jesús nos promete su Amor Omnipotente a todos los que se unan a la oración de primer viernes de cada mes durante 9 meses consecutivos, así como la gracia de la penitencia final: «ellos no morirán sin mi gracia, no sin recibir los Santos Sacramentos, y, en aquellos últimos momentos, mi Corazón será su asilo seguro«.
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